jueves, 6 de diciembre de 2012

La poca ternura

Te escribo un secreto en la espalda,
con las pocas uñas que me quedan,
voy sacándote sangre
para que entre herida y herida
se cale el hálito de mis quejidos de niña en celo,
así cuando estés sólo
y extrañes mis pechos recién formados,
me secuestres en el momento justo,
cuando busques violar mi entereza,
tenerme fuerte
y escupir fuego como los toros.

Como hembra bruta y caliente
voy tras tus fluidos
me agolpo en los huesos
y sigo gritando...
!anda¡, déjame morir en tu mundo,
que en unos momentos tu veras salir tu mar en mi boca.

Quién más me podría proponer el mundo,
como el estribo de un caballo salvaje
dispuesto a ser domado,
pero tan impredecible como Jubileo...


Arráncame otra vez el aire
y dame tu placer como un elipsis
en penumbras,
ya veras que no será difícil
que el Sol me encuentre de boca
apretando el culo y la cordura;
o a gatas me puede encontrar el viento,
que tira de mis cabellos
en busca de tu boca ya seca...

Cuando la noche esté estrellada
y los astros titilen a lo lejos,
será que nos hemos detenido en nuestro afán
y descansamos en alguna cama desmembrada.

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