“…tal vez le
servirá de ayuda imaginar que la carta
a escribir es
aquella que más desearía
recibir el
escritor al que va destinada.”
Viajar es muy difícil,
Nuria Amat
9 de Enero, Invierno en Islandia.
Hay noticias que se demoran en llegar más que otras, quien
sabe porque razón la gente decide dilatar o acelerar las circunstancias… (Un
café, hace unos años contigo)
De seguro te va sorprender mi carta, aunque no se cuanto se
demore en llegar a tus manos; hace ya
tres meses que corte la comunicación contigo y todo lo que significa allá…
llevo tres meses acá y no me
percaté que en tan sólo dos días
pasaré a ser un ilegal más en Europa, pero
creo que uno de los pocos en este país.
Puedo entender solo ahora porque todo se me hace surreal,
esto de pasar los días-noches en la oscuridad, hace que las pupilas se
acostumbren a las luces artificiales, las cuatro escasas horas de Sol diarias
construyen el color en formas extrañas que te encandilan permanentemente,
además siempre hay esa sensación de frio
que solo se debe al exceso de blanco en todos los paisajes. A pesar de aquello,
está todo lleno de verde, un verde que llega a ser obsceno a la luz.
Por supuesto, cada día
que paso acá se me hace más difícil pintar…
La inmovilidad de las
sombras junto con el mar, me han adormecido por completo, es por eso que tengo una cantidad de horas de ocio mental,
que se me podría pasar la vida aquí, ya que matarme, intentando que algo me
saque de este camino, no es la opción para mí. Por ahora me siento cómplice de
este entorno, que me permite escribirte con la tranquilidad de que nada va a
cambiar; me permite verte llegando a
esta parte de la carta, tendida en la que era nuestra cama con un cigarro y el televisor encendido.
¡Sí!, te darás cuenta que tengo el espacio para pensar en
todo esto y mucho más.
Sólo después de esta introducción puede que entiendas porque
he llegado a pensar que el tiempo se
detuvo acá junto conmigo; que he llegado al cielo, solo que este tiene luces de
neón árticas que se reflejan en los géiser crujiendo dolorosos a toda hora del
día.
En definitiva Islandia está plagada de estos patios de locos
con hermosos paisajes; puedo asegurarte que aun no la alcanzo a dimensionar, ya
que la luz, o mejor dicho la falta de ella, me ha hecho un drogadicto. No
conozco la otra cara de esta isla, con luz plena y perpetua, esa será mi
desintoxicación, por ahora todo permanece igual acá y allá afuera.
Ahora para Renata este es
un país que está destinado a permanecer estéril, sin grandes sobresaltos, como
ha sido toda su historia. Lo que más repite es que no puede entender como un
grupo de personas inteligentes se deciden a hacer patria en un lugar donde el
clima rige tu vida, haciéndolo un mal contagioso y muy poco combatido.
Me imagino que al llegar el verano la noche pasa a ser solo
un mal recuerdo. Lo comparo con el cambio horario en nuestro país, los primeros
días nunca te acostumbras a despertar con luz, solo cuando llega otra vez el
horario de invierno, te das cuenta de lo que perdiste, y al menos yo deseaba
haber disfrutado mas esos despertares. Algo así debe ser acá, pero bastante más
drástico. Citando a Renata, “esta patria está condenada a no tener secretos”.
Alcanzo a escucharte
riendo en este punto, yo también lo hago…
Como veras, intento
interpretar a mi anfitriona junto con sus distintos y exagerados discursos en
el límite de lo cervantino, tu área; mientras yo intento ser lo más escueto
y sucinto tanto como me es posible,
porque no encuentro la razón para escribirte justo ahora, justo cuando pensé
que nunca lo haría, que mis lazos quedarían rotos allá contigo. Sería ingenuo
si no creyera que estoy cerrando un momento de mi vida, justo cuando terminan
las horas de luz en esta isla y Renata comienza a hacer su vida nocturna frente
a la chimenea junto a la ventana. Yo mientras, tengo este espacio para contarte
y pensar, a medida que escribo, por qué
te estoy escribiendo…
Renata como te dije es mi anfitriona, una anfitriona por
lastima en un principio, y ahora por
necesidad, una necesidad que sólo sugirió de una breve conversación para
hacerse mutua. La conocí mientras despertaba de la hipotermia en un hospital;
me encontró en su universidad (mi casa dormitorio los tres primeros días). Es
hija de una chilena y un islandes, según sus palabras, solo fue engendrada
porque era parte de lo que tenían que hacer. Están muertos, los mataron en un
atentado de la ETA en España, ella tenía 6 años. Desde ahí fue criada por sus tíos
paternos, que le han hecho odiar cada día
a esta tierra, la llama “patria campesina”; aun no logro saber el porqué
de tanta pena y rabia, tampoco lo he intentado, siendo franco.
Es la única persona
que conozco, sin inglés ella es mi contacto con el poco exterior que he
conocido, se ha transformado en lo
único bueno hasta ahora y la mujer más alucinante hasta el momento que te
escribo. No te puedo explicar si es su extraña mezcla, o su capacidad incisiva
y crítica, sin ser resentida, es tan astuta tanto como emocional, en resumen una vanguardista en
esencia. Creo nunca haberme interesado así por alguien…
De hecho me sorprendo hablando con tanto entusiasmo, se me
ocurre compararlo con como tú dices que hablo del arte, con esa cantidad de verborrea que uso para
explicar cosas simples. Siempre has influenciado mi personalidad y ahora lo
haces con mi escritura, en cada palabra Lidia, ya que trato de ser lo más
verdadero que nunca fui contigo, por eso debes saber que no tenía idea que
existía todo esto, hasta que me decidí a escribirte, hace exactamente cinco
minutos…
Lidia, necesito contarte todo esto, no se cual es el por qué
aun, lo que sé es que no importa, me
siento con el privilegio del egoísmo al no tenerte en frente mirándome,
juzgando y tratando de entender mis ideas, no hay a nadie más a quien le
interese esta carta, y puede que después de tres meses o sólo después de leer
lo que he escrito, a ti tampoco te importe, aunque lo dudo, tu eres la persona
indicada, eres quien en mi egoísmo debe leer todo esto, nadie más.
Adivino tus ganas de llorar, pero necesito saber que sigues
leyendo. Te reitero, esta idea galopa
cada vez más rápido en mi cabeza; me acuerdo de una de tus frases, esa que
siempre me decías, cuando pasaba por alto los pequeños detalles de las novelas:
“para los autores, el escribir debe ser una revelación permanente, una
epifanía, pero creo que son pocos los escritores que son consientes de ello, es
de nosotros , los lectores revelar esos detalles”… tengo la sensación de que
todo ha cambiado mientras escribo y a
diferencia de tus autores creo ser cada vez más consciente de mi propia
epifanía.
Me veo aquí sobre el
sofá escribiéndote, como el amigo, un inquilino cómplice, de una chica que voy
descubriendo junto con como pasan las noches…
Todo es cuestionable en este punto, de paso, todo me lo
cuestiono yo. Me he pasado los días-noches sentado dispuesto a conversar con
interminables tazas de té. Ya hemos agotado los temas políticos y sociales de
nuestro país, siendo siempre Renata mucho más pasional que yo, no sé si es por
su distancia o por mi impavidez y la comodidad que me ofrece ahora esta
distancia. También hemos rememorado y recreado críticamente nuestra historia
contemporánea, y a pesar de eso mi anfitriona sigue soñando, al igual que mis
padres, con algo que ya fue, que nunca más va a ser, por más que algunos así
les gustaría. Para terminar, siempre tenemos
alguna conclusión utópica y positivista, llena de buenos propósitos y
grandes ideas. Es alentadora su sonrisa…
Renata no logra
dimensionar, por más que las repito, mis pobres historias de universidad; las
tardes en Bella, juntando las monedas para tomarnos una mala cerveza entre
tres, las eternas colas para conseguir una hora con una asistente social que
nunca te tomara muy en serio, y las diferencias étnicas que claro, tienen sus
beneficios pero que marcan aun más la discriminación, como son las becas
indígenas, y otros auspicios gubernamentales, en definitiva mi precaria vida en
la capital.
Se ha llevado tus fotos
de Valdivia y las que les tomaste a mis papás a una ampliadora. Le he
explicado cada vez con más lujo de
detalle (a medida que voy acordándome de los pequeños gustitos de mi tierra)
como amanece y se pone el Sol en el Calle-calle, y parece volver a ser una niña
frente a mis esfuerzos por hacer entretenido una ciudad bella, pero no con
mucho que contar.
Seguro te costará creer esto; Renata nunca ha salido de
Islandia, por asuntos judiciales tiene prohibido abandonar el país hasta
terminar sus estudios, a los cuales dedica la parte del día en la que no está
abordándome con todo lo que pueda apasionarla, que pasa desde lo más misceláneo
hasta el crecimiento global y las políticas públicas en la UE. Esta aislada
literalmente del mundo, por esa razón que lo observa con mucha más pasión que
muchos de los que tú y yo conocemos y creen vivirlo, es esto especialmente lo
que explica mucho sobre su personalidad, o más bien así la veo yo.
Han pasado dos horas desde que empecé a escribir; no me lo
dice el reloj, afuera está empezando la nevada de la tarde, ya está
completamente oscuro, el parque a encendido las luces de las piletas y los
niños regresan a sus casas tras el colegio; todos los días son iguales, lo
distinto es que cada palabra abre algo adentro mío, de este departamento, de
Renata, pero especialmente debe abrir tus ojos a mi mundo de todo lo que pienso
sobre todo lo que pienso. Aprieto tanto el lápiz que me cansa escribir…
Algo te estoy escribiendo por debajo, aunque no estoy seguro saber que es realmente.
12 de Febrero, llega la noche real…21:00pm.
No necesito escribir que me he enamorado…
Que le he hecho el amor con tantas ganas como nunca te lo
haré a ti, y como nunca pensé que se podía.
Te escribo en su cama mientras ella duerme y me da la
espalda, una espalda llena de lunares diminutos, una espalda que me hace unir
los puntos entre ellos e imaginar que llegará el momento en que los veré a la
luz del sol y despertaremos acalorados entre las sabanas.
Pero no es eso lo que me hace volver a escribirte, sino tu
olor en esta pieza, en mi frenesí te has
metido en mi olfato o es sólo las ganas de que pudieras estar acá, mas ahora…
Ayer le conté de esta carta a Renata, tampoco sabía de tu existencia, le causó
gracia y me dijo que hiciera lo que guste…también me dijo que se ve que te
quiero y que de seguro nosotros hacíamos muy bien el amor; le pregunte el por
qué; me respondió que con ella solo es un momento de entretención y confianza,
que no podría hacer el amor con alguien que tiene sabor a otra amante. Me lo
dijo con esa sonrisa que ya logro identificar como pícara y muy conforme con la
situación, mientras yo le respondí con una risa tan forzada que me dolió la
garganta.
Lidia, me ha envenenado la sangre su comentario y he vuelto a
escribirte tras eso, me ha desencajado del todo, para ella hay una diferencia
que no había notado hasta que la comparó contigo. Con ella fornicamos, contigo
era mucho más que eso. Desde ahí que te veo espiándonos en las sombras de todas
las horas iguales, mientras yo la amo como nunca te amaré.
13 de Febrero y está saliendo el Sol
¿Duele no?, al revisar lo que escribí ayer, comparé mi dolor
con el que debes estar sintiendo, tu rabia debe aumentar tanto como esa vez
que me tiraste del pelo sólo para que tú
supieras que eras más que yo, la diferencia, es que esta vez los dos nos
sentimos tan empoderados de nuestro dolor que yo reaccionaría ante tu
violencia.
Ay Lidia… me sigo quedado perplejo ante cómo ha evolucionado
esta carta, que a esta altura es más una confesión o una condena, la he leído
varias veces, y hay muchas cosas que borraría, aunque ya es tarde, ya no las
puedo borrar de mi cabeza. Tú seguirás siendo mi catalizador, mi amante lejana, ese amor violentado por
este lugar y su intrusa, tengo la certeza que todo será más claro cuando tenga
el valor de terminar con esta misiva tortuosa… contigo.
14 de febrero, es una mañana muy oscura…
Por primera vez pinté, te retraté riendo fuerte, con la boca
muy abierta, llena de esa gracia que todos dicen siempre tienes en la cara. Te
ves desafiante, mirando a quien pase por delante ofreciendo tu seguridad innata
y escondiendo todo lo demás. Me gustó, te he dejado en lo que ha pasado a ser
mi dormitorio, cerca de la cama de nuestra intrusa, la cama de la mujer más
etérea que se me ha cruzado. Para Renata tu retrato no significó más que una
buena pincelada, un gran avance en mi asentamiento en estas tierras, en el
limbo de la evolución hacia la vida bajo las lucen incandescentes. Me ha besado
en la mejilla y se ha ido a la biblioteca. Yo mientras, me sigo perdiendo en el
alero de su cuerpo y ahora soy incapaz de afirmarme sin saber que ella está
para recoger mis pedazos.
Querida amante, has dejado tu trono en manos de una ninfa que
no sabe lo que hace, y ahora ya somos tres en su cama. Pero ella no lo sabe.
15 de Febrero, hoy no salió el Sol…
Renata ayer llego de la biblioteca con comida preparada y un
regalo (un par de guantes), sé que tú tampoco lo notaste, pero fue el día de
los enamorados. Me conmovió su gesto, y se lo agradecí con un polvo en la
cocina mientras calentaba los ñoquis. En la comida me dijo que ella tampoco se
había fijado en la fecha y que le pareció un chiste, pero de todas formas era
una excusa para no cocinar…
Me trague los ñoquis calientes, la tome de un brazo, la bese
y salí en polera a la calle. Hace casi un mes que no salía de la casa, me
congelé, así que corrí al parque. Estando ahí descubrí que estaba en un lugar
que con mas abrigo sería un deleite tenerte a mi lado, me senté en una banca y
miré salir el aire de mi boca; muy básico, pero era encantador verlo salir de
tus labios.
Es de este lugar donde
ahora te escribo, he vuelto a añorar esas cosas que nunca me gustaron de ti, no
por ser malas o feas, sino porque nadie se fija en ellas. Lidia quiero que
apenas leas esta carta, tomes el dinero que te mando y te vengas conmigo,
quiero recuperar lo que he perdido. Si te preguntas de donde saque el dinero;
se lo he pedido a Renata, no me pregunto para que era, tampoco le diré.
Necesito que me ayudes a destruir la sensación que me provoca ella, te necesito
acá…
16 de Febrero…perdón
Mi amor lejano, perdóname, ayer no sabía que escribía, al
volver a casa me he encontrado con Renata esperándome muy preocupada, me ha
preparado té junto con llenarme de mantas. A pesar de sus esfuerzos he
amanecido con fiebre y me siento muy mal. Es odiosa pero inevitable hacer la
comparación, tú me abrías tildado de extremista y te habrías ido a la
universidad. ¿Por qué nunca me quisiste como quise quererte yo a ti?
Leo y releo lo que he escrito
y no sé si es la fiebre o un poco de demencia, mi cordura esta a sujeta a la
aparición de Renata en el marco de la puerta que miro, en el cual estás tú a un
constado, más bien tu retrato, ni siquiera tengo que escoger. Querida, eras mi
límite luminoso, ahora sólo alcanzas a ser la pálida sombra de lo que alguna
vez fuiste. Por eso no me arrepiento de nada de lo que he escrito, todo está
colado por mi cobardía y tu ausencia. Esta es la franqueza de exiliado
inocente, del arrancado de su lecho amatorio.
1 de Abril, me ha llegado la luz en la cara a las 12 del día…
Está empezando a llegar la primavera y a más de un mes y
medio, yo por segunda vez retomo esta carta, mientras tú sólo debes llevar
cinco minutos leyéndola…
Renata se ha ido a
España, en Marzo conoció a un español amigo de su padre, que casi le dobla en
edad, se la ha llevado ilegalmente. A pesar de lo que debes creer traté
detenerla, pero mis esfuerzos fueron tan paupérrimos como la noche que intenté
violarla. Se rio al verme brusco, pero se dejo llevar, a pesar de haber pasado
la tarde con Darío, el español.
Me he quedado en su casa, me la ha prestado de manera
indefinida, fue tan considerara que tengo la despensa llena y un sobre con
dinero para vivir tranquilo unos meses. La despedida me ha herido esa alma que
tú y yo pensamos que no existe, pero si no existe, algo se me murió adentro y
pesa como un candado en el pecho. Renata se fue tranquila, yo llore casi nada.
Aun tengo el calor en las manos tras apretar puños con Darío, el siempre supo
todo…lo sé, por eso se la llevo.
Hoy es la primera
mañana que despierto solo…
¿Puedes creer que he pensado en no mandarte esta carta?, se
ha convertido mas en un reflejo de mi persona, como un diario, solo que te
imagino leyéndola.
Es por eso que por ahora, no tengo nada más que contar, me
duele…
2 de abril, da igual, de todas formas nunca leerás esto…
Ante ayer te imagine
besándome, mientas yo gesticulaba un beso desganado. Nunca me gustaste mucho,
eras solo una chica que se sentía tan sola que era capaz de compartir su casa,
cama y vida con alguien tan emocionalmente influenciable como yo. Te proponías todos los días, convencerme
de que eras lo mejor que podía tener y
que por eso debía quererte. No me cabe
en la cabeza como es que me dejaste partir, si soy un poco más ambicioso, diría
que todo esto lo planeaste tú, con el fin de que me diera cuenta que no hay mas
vida sin ti, pero creo que no planeaste la entrada de una mujer, ni menos el
que yo no regresara al tercer día. Renata a pesar de no sentir nada importante
por mí, me mostro más interés de lo que tú nunca lo hiciste, vio en mi a un
sibarita, un buen amante y un gran conversador; siendo que para ti yo era solo
un flojo bohemio estudiante de pintura, que claro, te causaba algún placer de
domesticación.
Hoy por primera vez me
siento bien estando sin ti y sin Renata. Me pela el pecho su ausencia, pero es
mejor que tu compañía muerta.
16 de Abril, en la costa se rompen los hielos árticos en grandes pedazos.
Hace ya varios meses te hable de una luz plena y perpetua, ha
llegado. La primavera la encuentras en cada hielo en vías de ser derretido
ruidosamente por un prisma de miles de colores. La vida vuelve a tomarse las
calles y el día solo termina cuando cierras las pesadas cortinas, deja de
entrar la luz y te dispones a dormir. Así como llegó la luz, llegaron también
visitas, hace una semana vinieron los tíos de Renata preguntando por ella; no
tuve más opción que decirles que se había ido. Estaban decepcionados e incrédulos.
Mi inglés no favoreció las cosas, o puede que haya sido mi presencia en la casa
de su sobrina. Me he quedado con ese recuerdo, sus rostros de asombro, estupor
y desconfianza, esa desconfianza nórdica que ya huelo a distancia. Tengo la seguridad de que no me
quedaré mucho más acá.
17 de abril, el calor me ha delatado.
Lidia, no tengo mucho tiempo para escribir, pronto debo salir
de esta casa a otro lugar, pero antes de eso, me tengo que deshacer de esta
sensación que tengo adentro y sé que sólo escribiéndola y pensando que en algún
minuto la leerás, me desahoga.
Renata nuca se fue, sigue durmiendo en su cama. La envenené
la noche que me dijo sus planes de partir con Darío a España. Darío supo lo
nuestro esa misma noche cuando me
encontró violándola ya media inconsciente y no me quedo más remedio que
ahorcarlo y enterrarlo en el patio de atrás.
Renata sigue viéndose tan eteria como el día que desperté en
el hospital, duerme placida sobre nuestra cama, pero su olor se ha vuelto tan
penetrante que los aromatizantes que he puesto, han sido todos en vano…
Sus tíos deben haber sentido ese olor y ya deben saber que
nunca salió del país.
Eres mi eclipse contante Lidia y pretendo que a pesar de mi
huida llegue esta confesión solamente a tus manos…
Ya escucho las sirenas a unas cuentas calles de acá, pero
gracias a este destino complaciente hace unas noches conocí a Marie, está
afuera esperándome en un Fiat 600, sin siquiera adivinar lo que pasa acá
adentro, de mi y de ti. Te contaré brevemente que es una francesa sibarita como
Renata y loca de soledad como tú…
Tengo mucho miedo…
Ya llegan, no puedo escribir más.
Veamos hasta donde llego.
Jaime Huilquipán.